como si fuera un pelele
y me marché decidido
a un programa de la tele.
Resulta que era un concurso
de esos que reparten premios,
y un presentador insulso
no paraba de dar euros.
“¡Atención a la propuesta!,
que hay mucho dinero en juego,
si te sabes la respuesta,
hay que levantar el dedo:”
“En un corral de gallinas
hay cien aves que no vuelan,
¿Cuántas patas femeninas
llevarás a la cazuela?”
Creyéndose ganador
va mi rival despistado
y dice al presentador:
“cien patas he calculado”.
Craso error,
sí señor.
Pero yo que soy más listo,
me doy cuenta de su fallo,
y oye, fue visto y no visto:
la contesté como un rayo.
“Dos patas por cada pico,
si no surgen contratiempos,
dos por cien que multiplico
y me da, fijo, doscientos”.
Pero entonces resultó
que yo andaba equivocado.
Díjolo el presentador:
“¡aquí todos han picado!”.
“Patas son hembras de pato
y no pies de las gallinas,
con lo cual, ¡ay que me parto!
no hay ninguna en la cocina”.
Y entonces supe el primero
que me iba a dar un telele
por perder tanto dinero
en concursos de la tele.
Y me ha entrado tal congoja,
la peor del universo:
por mucho aliento que coja
sólo puedo hablar en verso.
Y así me habéis encontrado,
que no paro de rimar,
y a Don Gerundio he llamado
por si me puede ayudar.
¡Qué bonito,
Potito!
[…] Potito […]